La Ciudad siempre sirve de trampolín
22 Septiembre 2025
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En la Ciudad de Buenos Aires la política siempre se vive como un espectáculo a cielo abierto, con mucho marketing y poca autocrítica. De cara a las elecciones nacionales de octubre, los porteños irán a votar diputados y senadores, aunque el clima político local parezca más una interna permanente que una campaña.
En las listas aparecen nombres de peso, nada menos que Patricia Bullrich y Luis Petri, quienes fueron candidatos a presidente y vice por el PRO y ahora compiten por la Ciudad bajo la bandera de La Libertad Avanza, aprovechando la vidriera porteña para jugar fuerte en el Congreso.
Mientras tanto, Jorge Macri, jefe de Gobierno porteño, se muestra incómodo: está peleado con Milei y, por eso, se cuida de no subirse a la campaña del PRO. Una rareza, si se piensa que gobierna el distrito donde el macrismo nació y construyó su marca.
El contexto no es menor, en mayo el PRO sufrió una derrota contundente en la Ciudad y en las recientes elecciones provinciales el oficialismo de Milei también recibió un golpe lapidario. En ese escenario, la Ciudad queda como el último bastión simbólico de un poder político que busca mostrarse sólido aunque tenga grietas por todos lados.
El oficialismo local sigue vendiendo bicisendas y plazas de cemento como prueba de gestión moderna, aunque la vida diaria esté marcada por el transporte más caro, los alquileres imposibles y una inseguridad creciente. La oposición, en tanto, repite su clásico: dividirse en facciones que se acusan mutuamente de ser “la verdadera oposición”.
Así, la Ciudad de Buenos Aires llega a octubre como siempre, con luces de neón y veredas recién arregladas, con candidatos que juran que van a cambiarlo todo, y con vecinos que saben que, gane quien gane, el próximo año seguirán esquivando baches y pagando boletas imposibles.